viernes, 18 de agosto de 2017

Justo antes de la felicidad

Autora: Agnès Ledig
Fecha de publicación original: septiembre de 2015


Argumento


Hace demasiado tiempo que Julie ha dejado de creer en los cuentos de hadas, en la bondad y todas esas patrañas. Con apenas veinte años, es cajera de un supermercado donde aguanta las impertinencias y el acoso de su jefe por miedo a perder su puesto. No se lo puede permitir, necesita ese trabajo. Es madre soltera y tiene que valerse por sí misma, ya que su familia le dio la espalda cuando se quedó embarazada del pequeño Lulú, un niño de tres años adorable.

Pero un día un desconocido le tiende una mano por pura generosidad. Conmovido por su situación familiar, Paul, un cliente del supermercado, la invita espontáneamente a pasar con el niño unos días en la costa bretona junto a él y su hijo Jérôme. Reacia en un primer momento, la joven madre acaba aceptando la propuesta sin saber que estas vacaciones van a cambiar sus destinos para siempre.

 Un viaje de no retorno y una cadena de sucesos inesperados mostrarán a Julie la cara más triste pero también la más amable de la vida.

Impresiones


Un libro precioso. Intuyes desde el principio con esa portada tan bonita y ese título tan sugerente por dónde puede ir la trama de la novela que, durante la primera mitad del libro, podríamos decir, es divertida. Te ríes, sí, a veces a carcajada limpia según lo estás leyendo. Diálogos frescos y amenos son los que te hacen arrancar la sonrisa. (Además, no es por nada, pero esto suele pasar cuando vas en el autobús y estás rodeado de gente por todos los lados. Gente que te puede mirar de reojo y pensar: “y ésta ¿de qué va?” si dejas que tus emociones fluyan de forma espontánea).

Los personajes bien perfilados desde el principio. Conocemos así a los protagonistas y vamos haciéndonos un lugar entre ellos, participando de sus pensamientos, de su vida cotidiana, de su presente, de su pasado.
Golfo del Morbihan 

La segunda mitad, es la parte dramática. Se olvidaron las risas y aparecen las lágrimas, la congoja, algo te impide respirar y sin embargo, eso mismo es lo que te impide abandonar la novela. (Más viajes en el autobús esta vez con un pañuelo en la mano simulando que tienes un resfriado y con las gafas de sol puestas y que, gracias a Dios, ahora por ser verano no desentonan, aunque sean las 7 y media de la mañana). Ésta es la parte que te lees de un tirón porque necesitas averiguar más, necesitas saber cómo van a ir evolucionando tus personajes para poder ir curando tus propias heridas.

Muy bien narrado, la autora te hace partícipe de "un viaje hacia las profundidades humanas y sus impenetrables bosques". Los sentimientos y las emociones, tanto para reír como para llorar, se perciben con gran intensidad y se nota que es una autora que escribe con gran sentimiento.

Se trata por tanto de un libro que te deja una huella, sin remedio, aunque ésta sea profundamente triste.

 Como dice la propia autora en el libro “Qué sencilla es la vida a veces” y cómo nos la complicamos nosotros mismos.